jueves, 20 de septiembre de 2007

Refranes de Toros 1

El mundo de los toros es un mundo rico en refranes; el habla cotidiana está, a su vez, llena de referencias taurinas. Pero resulta curioso observar cómo los refranes que se emplean en los toros no siempre tienen referencias taurinas directas, se toman del acervo general. Por el contrario, muchas personas que en su vida han ido a los toros saben interpretar y emplear perfectamente expresiones como al toro hay que cogerlo por los cuernos, dar un larga cambiada o cambiar de tercio; dichos y expresiones que reflejan la importancia que ha tenido y tiene el mundo del toro en nuestra lengua.
Como en otros campos muchos refranes bien conocidos en otras épocas, se han ido perdiendo o han caído en desuso, pudiéndose ahora mismo únicamente enontrar en algunas antologías. De unos y de otros hemos hecho nuestra recopilación particular.
¿A dónde vas?... ¡A los toros!... ¿De dónde vienes?... de los toros
Refrán con el que se expresa la alegría que muestra el que va a una fiesta, y la desilusión que muestra a la vuelta, porque no se han cumplido sus expectativas.
A dos puyas, no hay toro bravo
Los castigos seguidos pueden acabar con el más bravo. Hay que ser perseverantes.
A falta de pan, buenas son tortas; y a falta de toros, buenos son perros
Prolongación y deformación del conocido refrán A falta de pan, buenas son tortas, que habla de conformarse con lo que hay pero con un claro sentido negativo.
A la primera embestida, perdió el picador la vida
Refrán surgido en los tiempos en los que los caballos no llevaban peto. Con frecuencia no solo los caballos, los picadores sufrían lesiones y cornadas recayendo sobre ellos la parte más peligrosa de la lidia.
A los cojos sigue el toro
Otro más de la serie que señala que las desgracias suelen cebarse en los más débiles.
A lo mejor salta el estoque
Previene contra los peligros imprevistos.
A toro muerto, gran lanzada
Variante de A moro muerto, gran lanzada [1]. Habla de lo valientes que son algunos cuando ya ha pasado el peligro.
A tres del mes, toros en Jerez
Uno de tantos refranes que dan cuenta de otro tiempo y otras costumbres.
Al loco y al toro, dálle corro
Este refrán presenta diversas variantes, la que precede es la Argentina, y dice cómo actuar frente a los enfurecidos. Otros aconsejan dejarlos solos, contemplarlos desde lejos: Al toro y al loco, de lejos mirarle el moco.
Al toro por el cuerno, y al hombre por el verbo
Habla de los puntos débiles: al toro para vencerlo hay que tomarlo por los cuernos para dominarlo. Igualmente al hombre se le puede vencer por las palabras que dice (por la boca muere el pez). Tenemos la variante: Al toro por las astas, y al hombre por la palabra y el proverbio latino: Se coge al toro por los cuernos, al hombre por la palabra y a la mujer por el elogio.
Se enlaza este refrán con aquel que aconseja que Al toro hay que agarrarlo por los cuernos.
Al torero que no hace la cruz, se lo lleva el diablo
Refrán relativo a la suerte de matar, también llamado «momento de la verdad». El torero deberá meter su espada enteramente en todo lo alto del morrillo. Los brazos deben cruzarse al entrar a matar, de ahí la frase «hacer la cruz». En el momento del encuentro, el torero pierde de vista, por unos segundos, hacia dónde dirige el toro los pitones; es por ello que debe confiar saberlo dirigir con la muleta.
Al toro bravo, y al hombre bravo, no le levantes nunca la mano
Refrán típicamene taurino que habla de la necesidad de someter a los toros bravos, de torearlos por lo bajo para hacerles que humillen; la muleta, una vez rematado el muletazo, ha de sacarse por debajo de la pala del pitón, de lo contrario toman sus medidas y hasta su venganza.
Aquello era una corrida de toros
Indica confusión, desconcierto, desorganización... Surgió el refrán en la época en las que las corridas de toros eran bastante caóticas sobre todo cuando el toro salía con trapío y bravura e imponía su ley en la plaza.
¡Ay, mamá, los toros, unos pintos y otros moros!
Refrán mexicano que hace referencia a la dificultad de alguien para elegir entre dos grupos sociales; por ejemplo cuando uno llega a una fiesta y no sabe a qué corro juntarse para entablar conversación.
¡Avíate, que vas a los toros!
Otra expresión más que refuerza la influencia de los toros en el habla popular. Este refrán habla de cuando la gente se vestía sus mejores galas, aún hoy lo hacen en muchas plazas y en algunas localidades especialmente, para ir a los toros. Se suele utilizar a menudo con ironía para ridiculizar a la gente que se acicala en demasía.
Bronca en el ocho
Aplicable a discusiones o broncas, entendidas en sentido general. Proviene del hecho de que era bastante habitual en la plaza de Madrid, que el público del tendido ocho organizara las broncas, entendidas en sentido taurino y definidas según el DRAE92 como «manifestación colectiva y ruidosa de desagrado en un espectáculo».
Cabuya fuerte enlaza toro.
Refrán cubano que habla de que cuando se ponen los medios adecuados no hay fuerza que se resista.
La cabuya (pita) es una soga hecha de ese material. Dar cabuya significa según el DRAE 'amarrar con cuerdas o cadenas'.
Ciertos son los toros
Frase que sigue teniendo vigencia en la actualidad y de la que Iribarren recoge una amplia explicación que incluimos a continuación:
Equivale a decir: Cierto es lo que había sospechado, presumido o dicho. Según José M.ª de Cossío (Los Toros, tomo 2.º, pág. 239), indica certeza de un suceso temido.


Aparece la expresión en el Quijote(cap. 35 de la 1.ª parte) y Clemecín, comentándola. escribe:
«Ciertos son los toros:frase usual para asegurar la certidumbre de alguna noticia. Hubo de tomar origen de las ocasiones en que los apasionados a las corridas de toros (afición tan común en España), al ver hacer el toril u otros preparativos para el espectáculo se dirían congratulándose, unos a otros: Ciertos son los toros. De aquí nacería el refrán que trae el Comendador Griego (Hernán Núñez): Puesto está el castillo, ciertos son los toros , y de aquí se generalizaría la expresión, extendiéndose a todos los casos dudosos en que se ven o se cree ver indicios vehementes del éxito. Así lo usa el buen Sancho...».
Bastús en La sabiduría de las naciones (serie 1.ª, pág, 300), reproduce la opinión de Clemecín, sin citarlo.
Según Correas (Vocabulario de refranes), la frase que comentamos y que, según él, se decía en Salamanca, alude a «cuando los toros están en coso o corral». Y según Covarrubias (Tesoro de la Lengua Castellana) se emplea «cuando la cosa de que dudamos da indicios de ser cierta, como cuando los toros están ya encerrados en el toril de la plaza».
Pero no creo que sea esta la explicación, porque el dicho no alude a los toros, sino a la fiestao corrida de toros.
Así lo entendió Cejador cuando escribió en su Fraseología(tomo 3.º): Ciertos son los toros. Se dice cuando se cerciona uno de haber corridas de toros, como se ve por el dicho completo: puesto está el castillo (puesto que está instalado el castillo), ciertos son los toros.
Esta frase la trae Hernán Núñez en su Refranero español, obra publicada en el año 1555.
Falta saber a qué llamaban el castillo en el siglo XVI. En el Diccionario de Autoridades de la Real Academia (Madrid, 1726-39) se dice que «castillo es también el artificio de madera que se forma y levanta en alto y se viste de cohetes con sus guías, que en prendiendo en ellas el fuego se va disparando hasta el final con varias intervenciones muy vistosas».
¿Estaría ligada la fiesta de los toros al castillo de fuegos artificiales? (1).

(1) De los datos que poseo sobre las corridas de toros celebradas en Pamplona, parece deducirse que en los siglos XVII y XVIII, al final se quemaban castillos de fuegos artificiales.
Así ocurrió el 25 de septiembre de 1738. Tras la corrida celebrada en honor de doña Marian de Neoburg, viuda de Carlos II, se quemó un castillo de fuego. Lo mismo ocurrió en 1751.
El castillo de fuego, en Navarra y en otras regiones, era el remate obligado de las fiestas taurinas importantes.
De la familia podría considerarse el refrán Tan cierto como los Toros de Castril, que hace referencia a la fama que en la comarca tienen los encierros de este pueblo de Granada, que se celebran durante sus fiesta patronales, del primer al segundo domingo de octubre, en honor de la Virgen del Rosario y del Cristo del Consuelo.
Con aire solano, no hay toro bravo
Refrán propio de Andalucía, algunos lo atribuyen a Eduardo Miura, que hace referencia a lo cálido de este viento que es fuerte y quemazón. Solo hemos encontrado como explicación de este refrán, la que da Iribarren [2], pero no estamos muy de acuerdo con él en lo de que es el viento nordeste, fuerte y frío, ya que no hemos encontrado referencias en este sentido y sí en el de viento cálido y fuerte, como lo muestra el siguiente texto de Antonio Burgos que rememora, en parte, la muerte de Manolete:
Por las orillas lentas del río de Corbones, donde se hace silencio la vega de Carmona y el solano recuerda sus mares ligustinas, en la siesta campera escriben las chicharras viejas coplas que escuchan lejanos campanarios. Historias de los hombres, de las cosas del campo, historias de los sueños, de los tiempos lejanos, cuando los portuguesas venían a la siega con sus hoces al cinto, como curvas espadas de la guerra del hambre que siempre los vencía.
Son las coplas que el viento, en estas largas siestas, acerca hasta las torres de Lora y de Carmona, cuando un gato dormita los helechos del patio. Cualquiera puede oírlas si se pone a la sombra de una higuera bravía, de un incierto acebuche. Una punta de vacas está por Zajariche, son cárdenas algunas, entrepeladas otras. Llevan un viejo hierro, con un miedo con asas.
Esta tarde el silencio es más hondo en el campo. Los erales lo escuchan en lo alto de una loma y estiran las orejas que puede que les corten una tarde no escrita, en Pamplona o Sevilla. Esta tarde el solano se ha puesto como entonces, como cuando en Linares aquel hijo de "Islera" le metió a Manolete el cuerno por la historia. Los toros de Miura conocen el silencio de esta muerte que llega al campo por la tarde. Lo cantan las chicharras, con compás de esquilones.
Y este viento solano que agosta las granadas en las huertas del río que pasa por Sevilla [el subrayado es nuestro], el que anuncia la muerte, el que anuncia Linares, me ha dicho en esta tarde de agosto que Mateos, el mayoral de siempre, el que iba a Bilbao, el que embarcó de mozo a Islero aquella noche, ha muerto en su caballo, como mueren los hombres. Las crónicas no dicen si se quedó estribado, si un lagarto o una bicha asombró a su caballo. El viento me confirma que en este Zajariche los mayorales siguen galopando cerrados, cortando por el aire la estampa de una copla. Viento solano, malo en invierno peor en verano.
Nunca salen las cuentas de los cuatro por cuatro en estos campos viejos que dejó Don Eduardo sin saber la noticia, que debutó en Sevilla el nieto preferido quele salió torero y metió tanto campo en un fundón de estoques. Los mayorales siguen en caballos caretos, con sus sillas vaqueras y mosqueros de lujo, con la manta estribera, marsellés del invierno, capote de la lluvia encerado y lustroso cuando llega noviembre, temporal de neblinas. Los mayorales siguen en caballos de coplas llevando hasta el cerrado al toro de San Lucas. No está hecho este campo para oír los motores que profanan el templo de amapolas y trigo, con costales de pienso que los cabestros llevan en lomos albardados de lentitud romana.
A usted, José Mateos, los cencerros lo lloran. A modo de campana, doblan los esquilones. Un mayoral no puede montarse en un Land Rover si está con los miuras, leyenda y Zajariche. A usted, José Mateos, mayoral de Miura, la muerte lo ha encontrado como una copla antigua: a caballo, midiendo los silencios del campo, calzón y guayabera, sombrero de ala ancha, corridas apartadas y vacas que parieron. Su muerte es tan antigua como el mapa de España que enseña en las paredes la piel de aquella "Islera" que mataron con rito de viejo sacrificio cuando todas las radios de la explosión de Cádiz anunciaron la boda con la muerte y la historia del novio que tenía, tan guapo, Lupe Sino. La copla que en la siesta repiten las chicharras necesita una radio de cretona y de hambre. Quizás en Radio Andorra la cante Doña Concha, porque existe la muerte de León y Quiroga en los años inciertos de esta altura de siglo. La copla de la siesta que cantan las chicharras, que se oye por Carmona, que por Lora repiten, que llega a La Campana con el viento solano, sabe que siempre vive quien muere en su caballo.

[Fuente: Antonio Burgos: Copla por la muerte de un mayoral Antonio Burgos [en línea].. (Consultada: julio del 2002.)]

De esta y otras referencias pensamos que hay una suma de efectos, viento fuerte y calor que llegan hasta acabar con la bravura del toro.
Con toro toreado, mucho cuidado
Porque aprende el engaño y busca el cuerpo. Se usa en sentido figurado para prevenir a las personas contra aquellas que han tenido malas experiencias.
En el Refranero mexicano se recoge una versión más larga: Con toro que ya han toreado, vete con mucho cuidado. También la variante: Con toro jugado, mucho cuidado.
Corrida de expectación, corrida de decepción
Refrán típicamente taurino que habla de cuánto se defraudan las expectativas ante las buenas corridas. Existe las variantes Día de expectación, día de decepción y Tarde de expectación, tarde de decepción.
Cuando escarba el toro en la arena parece estar cavando la fosa del torero
Conocida greguería de Ramón Gómez de la Serna.
De cuernos, ni aun tintero
Alusión a la infidelidad que ya aparece en el Peribáñez de Lope de Vega:
PERIBÁÑEZ: ¿Tú quieres que intente un lance?

CASILDA: ¡Ay no, mi bien, que es terrible!

PERIBÁÑEZ: Aunque más terrible sea,
de los cuernos le asiré,
y en tierra con él daré,
por que mi valor se vea.

CASILDA: No conviene a tu decoro
el día que te has casado,
ni que un recién desposado
se ponga en cuernos de un toro.

PERIBÁÑEZ: Si refranes considero,
dos me dan gran pesadumbre;
que a la cárcel, ni aun por lumbre,
y de cuernos, ni aun tintero.

[Fuente: (Consultada: julio del 2002.)]
De Valdemorillo, ni vaca, ni novillo; y a poder ser ni mujer
Nos quedamos con la primera parte de este refrán que pertenece a esa larga serie en la que se denostan los pueblos vecinos.
La feria de Valdemorillo (Madrid-España), a primeros de febrero, las fiestas de san Blas y la Candelaria, es la primera de la temporada taurina española. En ella se dan cita importantes ganaderías y suelen despuntar los novilleros que luego llenarán las plazas el resto de la temporada o en años venideros.
Sin embargo, y a pesar de que en la zona sí se crían reses bravas (Antoñete tiene su finca en el vecino pueblo de Navalagamella), lo más probable es que el refrán haga referencia a la carne de echar al puchero; fama, que será a todas luces injusta y el refrán será solo un pique más entre pueblos ayudado por la rima fácil.
Del toro manso me libre Dios, que del bravo me libro yo
Curiosa variante andaluza del conocido refrán Del agua mansa líbreme Dios, que da la brava ya me libro yo.
Del toro la bravura, de la musa la ganadora
Refrán portugués para poner de relieve la necesidad de la bravura del toro.
Desde lejos se miran (ven) los toros
Incluido en el Refranero mexicano parece significar lo que enuncia y estar en relación directa con aquel de El mejor torero es el de la barrera y que En los tendidos se sientan los expertos. Sin embargo, también puede interpretarse como un consejo ante los peligros de los que conviene alejarse.
Notas
[1] Iribarren (pág. 307) incluye amplia entrada, que reproducimos, sobre la variante toro/moro de este refrán: ¿A moro muerto, gran lanzada, o a toro muerto...?:
Sbarbi en su Gran Diccionario de Refranes, incluye el de A toro muerto, gran lanzada, que se aplica «a aquellos valientes que se atreven a arrostrar todos los peligros cuando ya lo han hecho otros, pero no antes».
Sbarbi añade: «En lugar de toro, dícese también moro».
El refrán de A toro muerto... lo vi empleado por Fernán Caballero en sus Cuentos populares andaluces, donde, en el capítulo titulado «Una paz hecha sin preliminares, sin conferencias y sin notas diplomáticas», pone en boca de un personaje el dicho de ¡A toro muerto, gran lanzada!
Cabría plantear la duda de si el verdadero refrán alude al toro y no al moro, sobre todo teniendo en cuenta que antiguamente los toros eran muertos a lanza [ver Cada mozo que lancee su toro], que existía la suerte de las lanzadas (también llamado toreo a la suiza y palenque, que ejecutaban doce o más hombres puestos en filas y armados con lanzas), y que llamaban lanzada de a pie —según el Diccionario de Autoridades— a «la que dan los toreros en las fiestas de toros; y se ejecuta abriendo un hoyo en el suelo, y hincando en él el cuento de una lanza muy gruesa, para que resista el golpe del toro, al cual espera (rodilla en tierra) al salir del toril, y al ir a embestir al hombre, le endereza (este) la lanzada y se clava en ella, atravesándose muchas veces desde la frente a la cola. Es suerte arriesgada».
Sin embargo, el verdadero refrán, el primitivo y genuino alude al moro. Así lo recogen Correas en su Vocabulario, Covarrubias en su Tesoro (quien lo explica diciendo que es «proverbio común en oprobio de los cobardes fanfarrones») y el Diccionario de Autoridades al consignar que A moro muerto, gran lanzada es refrán que se aplica por vilipendio y oprobio al que se jacta de su valor después de no haberse encontrado en peligro».
Y en alguna de estas obras se cita el de A toro muerto, que es una variante introducida posteriormente, por homofonía de toro con moro.
León Medina en su erudito trabajo «Frases literarias afortunadas» (Revue Hispanique, tomo XX. París, 1909), afirma que el refrán A moro muerto, gran lanzada tiene tan rancio abolengo, «que ya se lee como antiquísimo retraher en el Juego trobado de Pinar, y en las coplas de Jerónimo de Artés (Cancionero de Castilla, tomo 2.º, págs, 89 y 173, ed. de los Bibliófilos)».
Este Cancionero general de Hernando del Castillo fue impreso por primera vez en Valencia, el año 1511. [Volver al texto]

[2] Iribarren (pág. 306): Sabido es que el viento es el enemigo mayor de los toreros (porque, como ellos dicen les descubre), especialmente si es solano, o sea nordeste, que se caracteriza por ser fuerte y frío. En una tarde en que reine este viento, los diestros no tratan más que de defenderse de sus efectos, a la vez que del toro, y como nada resulta lucido, el público se aburre, y al final el toro carga con la culpa, como casi siempre. Se atribuye este refrán al ganadero don Eduardo Miura. (Referencia que debo a mi buen amigo el publicista taurino Luis Fernández Salcedo). [Volver al texto]
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